De un inmenso país como es Rusia, no es extraño que un escritor avisado y viajero impenitente como Leguineche pudo decir que su historia es la de sus ríos y conscientemente quiso profundizar realizando un crucero fluvial por el Volga ya que afirma, categóricamente, que sin él Rusia no existe. “Madre Volga” es el título del libro que publica el relato de su periplo a bordo del paquebote Serge Esenin, donde descubre el país desde una perspectiva muy distinta que si hubiera realizado el viaje por tierra.
La visión desde la baranda del barco indica todavía un mundo ordenado, aunque ajado y venido a menos, pero en su sitio. Con la compañía de sus contertulios, tres rusos de distintos caracteres y menos nostálgicos, contempla diversas ciudades y pueblos, cada uno de los cuales asocia, sobre todo, a sus literatos porque ningún otro país del mundo vive como Rusia los fantasmas de sus poetas y escritores.
La descripción de Nizhni Novgorod, que en la época soviética fue Gorki es un homenaje al escritor, pero trae a colación el recuerdo de Sajárov; así como la epopeya de Stalingrado, al paso de la actual Volgogrado, es evocación al siempre omnipresente Stalin. Para Leguineche viajar en crucero es lento, pero no por ello el viaje carece de sorpresas y momentos atractivos: desde la convivencia a bordo del barco a la circunstancia de poder poner unas flores en la tumba de Boris Pasternak al paso por Peredelkino. Con el autor llegamos a la conclusión de que el río bien merece el título de la obra… es que hay accidentes geográficos que parecen ser mucho más que un capricho de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario